La soledad: Somnífera simplicidad

La semana pasada el Cine Club de Alcalá de Henares proyectó en el Teatro Salón Cervantes la ganadora del Goya a la mejor película: La soledad, de Jaime Rosales, un increíble y fantástico homenaje al más puro y total aburrimiento. Se trata de una película que busca un realismo extremo, rescatando la cotidianidad de ciertos momentos de la vida. Para ello nos relata una lenta historia de dos horas con personajes y conversaciones cotidianas, simples e insulsas… Su experimento es todo un éxito, pero su directa consecuencia es que acaba resultando osadamente aburrida.

Resulta difícil calificar esta película con objetividad, más bien gustará, o no, dependiendo de los intereses del espectador. Quizás haya gente que consiga gustarle, al igual que hay gente que se tragan bodrios de tres horas sobre la vida de un monje y otros que se divierten con videos repulsivos de zoofilia o pseudo-snuff (para gustos, colores), pero seguramente no gustará ni a aquellos que disfrutan del cine comercial, de palomitas y de la risa y la lágrima fácil, ni a los amantes del cine original, independiente y arriesgado; ni siquiera a los cinéfilos interesados en la forma, ni a los preocupados en el contenido.

Dos horas hablándonos sobre las vidas de una familia de un pueblo, mostrándonos sus conversaciones insustanciales e intercalando escenas tan amenas y divertidas como contemplar a un par de chavales jugando al parchís mientras cotorrean, dos personas jugando en el parque con un niño pequeño, una mujer tendiendo la ropa, una mujer secándose tras salir de la ducha… Tentados estuvimos más de uno de precipitarnos al vacío desde el palco (que además qué gracia encontrarse la sala completamente llena para ver eso…), muchos otros fueron más listos y se marcharon sin terminar la película. El film logró que la sala de cine se convirtiera en aquel lugar de encuentro social que era el cine para nuestros padres y abuelos, un lugar en el que estar de cháchara, comer palomitas, reírte de la gente… Muy triste.

Sólo resulta loable lo arriesgado de sus intenciones y por esa apuesta por la sinceridad, sin apenas engaños y artificios. Otros pocos detalles destacables a favor son la dirección, los actores y el montaje: actores muy creíbles, muy bien dirigidos, incluso se percibe cierta libertad para la improvisación; algunas escenas rodadas desde la lejanía, incluso observando a los personajes a través de una ventana o enfocándoles sentados en un sofá desde el pasillo; en ciertas ocasiones la pantalla es fragmentada en dos, permitiendo observar, en una mitad, a algunos de los personajes conversando en el salón sobre otro personaje al que podemos encontrar en el pasillo en la otra mitad de la pantalla (aunque es un recurso que repite hasta perder todo atisbo de originalidad), lo cual consigue dinamizar un poco la historia. La música brilla por su ausencia, ni siquiera suena una mísera nota en los créditos, lo siento, otra prueba de su realismo y simplicidad.

En definitiva, entregándole el Goya a la Mejor Película, la Academia parece decirnos que el cine español actual es tan repetitivo y falto de originalidad que resulta preferible abogar por la más absoluta simplicidad. Cierto es que la mayoría del cine actual de todo el mundo cae en esos errores, en el cine por el cine, al igual que todas las demás artes, fruto de lo complicado que resulta ser original tras tantos siglos de arte a cuestas y de la mercantilista realidad actual (los empresarios solo apuestan por lo seguro, por lo que aumente el tamaño de sus carteras); pero apostar por la absoluta simplicidad no es más que un obvio paso atrás: la realidad no es tan simple, ni lo es el ser humano, ni la situación social actual en la que nos encontramos; creer que somos tan simples y, peor aún, sentirnos identificados y emocionados con esa representación de la realidad, la verdad es que tan sólo me incita al suicidio, antes muerto que resignarme a aceptar que la esencia humana, su personalidad, sus aspiraciones, su arte… es tan mediocre e insustancial. Y la verdad es que antes que apostar por un arte tan simple, y un cine así, preferible es que os paséis la tarde montándoos vuestro propio cine personal contemplando los quehaceres de vuestros padres o que os sentéis a espiar cómo juegan los niños pequeños un parque, además de poder elegir cuándo termina la película, resultará mucho más emocionante, auténtico y emotivo.

0 Respuestas to “La soledad: Somnífera simplicidad”



  1. Deja un comentario

Deja un comentario




INNOVACIONES TECNOLÓGICAS

Archivos

febrero 2008
L M X J V S D
 123
45678910
11121314151617
18192021222324
2526272829  

Número de Visitas

  • 97.549 visitas

ALGUNOS DERECHOS RESERVADOS

Creative Commons License

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

BLOG URBANISMO2

Browse Happy logo